Este blog trata principalmete o en su totalidad lo que fue lo que hoy es nuestra región, por lo que se paso en años atras, con la llegada española, etc. Es muy importate saber la historia del lugar y la región donde vives, por eso aquí en contraras información con respecto a la IX región para que sea usada por quienes la necesiten.

jueves, 22 de noviembre de 2007

LA RESISTENCIA


Verdaderos parlamentos en las reuniones de los diversos caciques, jefes de unidades familiares que se quejan del trato recibido y se alientan a actuar.


Estas molestias provocaron tanto a los indios; parece que no hubiera yunque tan recio que con tales golpes no quebrara. Andaban como atónitos en verse en tan poco tiempo hechos esclavos de señores. Así, de reunión en reunión, cada uno tenía algo de qué lamentarse. Pronto el lamento se transformó en una queja común y comenzaron a unirse los diversos grupos y a ofrecer cooperación para actuar. Para el español, que confiaba en su fuerza y en sus armas y así en su superioridad, el movimiento rebelde fue una sorpresa.


Toda la acción de resistencia y revuelta se preparó en gran sigilo, sólo con la participación de los distintos jefes de grupos o caciques, que comenzaron por elegir a un gran toqui que los uniera y condujera en la guerra al triunfo.


Así fue elegido Caupolicán y cada grupo prometió el número de mocetones que aportaría a la causa común. Ya acordada la acción, los grupos de la región de Tucapel decidieron empezar asaltando el fuerte defendido por un antiguo soldado, Martín de Ariza. Este, con su sentido militar, se dio cuenta que algo pasaba en lo íntimo y secreto de los mapuches y para evitar sorpresas mandó apresar a los principales caciques de la comarca. Viendo a sus caciques presos se dieron más prisa en llevar a efecto lo planeado.


Llegaron un día al fuerte, con sus cargas de pasto para guardar. Era el mes de diciembre. Traían ocultos en el pasto sus armas, picas, arcos y flechas y, dejado el pasto, sacaron sus armas y atacaron. Con prontitud los españoles se pusieron en condición defensiva y ofensiva, con sus escudos y espadas y rápidamente sacaron del fuerte a los indios; pero ya venían los que estaban comprometidos y se acercaban al fuerte. Martín de Ariza salió contra ellos con otros tres soldados, a caballo, desbaratando los grupos que atacaban.


Volvieron al fuerte y esa misma noche lo abandonaron yéndose al de Purén y así se unieron para una posible defensa. La sublevación había comenzado. Al día siguiente los mapuches asaltan el fuerte que esta abandonado, entran en él, saquean lo que encuentran, destruyan e incendian; el fuerte Tucapel ya no existe.


Cuando Valdivia conoció la información del encuentro en Purén, noticia que recibió estando en Quilacoya, envió un mensaje pidiendo que la gente de Purén se le uniera en Tucapel, el 25 de diciembre. La situación señalada no existía, fue una invención en fin de evitar la presencia de Gómez de Almagro.
En estas astucias está manifestándose el espíritu y la capacidad del araucano para realizar la defensa de su tierra. Ha empezado a actuar acompañando a Caupolicán, un joven araucano que había sido por algún tiempo caballerizo de Valdivia con el nombre de Alonso. Es el que conocemos como Lautaro en la historia militar mapuche, el más alto símbolo de capacidad e inteligencia para utilizar los recursos que debía, en la guerra, darle el triunfo al mapuche. La capacidad de este joven guerrero está en haber comprendido la debilidad del español, cual era su vulnerabilidad, la que ubicó en su cansancio y en sus hábitos y costumbres. Logró Lautaro, en poco tiempo, un profundo conocimiento de su enemigo, de sus ventajas y de sus debilidades. No hay antecedentes en los cronistas para saber cómo, a pesar de su corta edad, se impuso a los jefes caciques mapuches.


Se supone que reunió a los jefes y les expuso su plan caracterizado por la sencillez y fácil comprensión: detener en Purén a Gómez de Almagro, cerrar la posible retirada de Valdivia, presentarle batalla en una loma donde el español deba subir y el indio bajar. Así el español no sabría cuántos eran sus enemigos, ni donde estaban. Atacar en grupos que renuevan, mientras el español sigue en la lucha; no dar tregua ni al español ni al caballo; dejar a un lado el arco y la flecha y usar la maza y el lazo. Esta era la única manera de sacar provecho de la ventaja que al mapuche la daban sobre el español, su número y su decisión y falta de temor por la pérdida de la vida en la lucha.


Por esto el mapuche en adelante nunca dará encuentros con el español como en Concepción (Penco) o en Andalién 5.000, 10.000, 15 mil o 20 mil indios peleando todos de una vez. Su guerra será atacando por grupos que se renuevan, buscando ellos el lugar del combate y sin aceptar la batalla campal, abierta, que desearía el español; atacan a pequeños grupos; eliminan con gran sangre fría a uno, dos, cinco soldados. Hay que dañar, producir el pánico, castigar al indio amigo del español; colocar alguno al servicio del español, los que servirán de espías aunque muchos de ellos harán sufrir la desgracia de la traición.

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