Este blog trata principalmete o en su totalidad lo que fue lo que hoy es nuestra región, por lo que se paso en años atras, con la llegada española, etc. Es muy importate saber la historia del lugar y la región donde vives, por eso aquí en contraras información con respecto a la IX región para que sea usada por quienes la necesiten.

viernes, 23 de noviembre de 2007

LA COLONIZACIÓN DE LA ARAUCANÍA


La colonización espontánea de la zona, el incremento del mestizaje en las reducciones indígenas y el interés económico por explotarla motivaron hacía 1862 una política oficial para ocuparla e integrarla en forma definitiva. Se nombró al Coronel Cornelio Saavedra, quien avanzó la línea fronteriza hasta el río Malleco y fundó Mulchén, Angol y Lebu. Suspendida la ocupación por la Guerra del Pacífico, se reanudó al termino de ésta, avanzando hasta el río cautín, donde se fundó Temuco en 1881 en el centro de La Araucanía. A continuación se ocupa la última zona que quedaba hasta el río Toltén.

Se fundaron los pueblos de Cañete, Nueva Imperial y Villarrica y se fundaron Collipulli, Victoria y otros, además de muchos fuertes.

La colonización de La Araucanía se hizo mayoritariamente por chilenos, pero el Estado, una vez ocupado este territorio, inició una política de colonización extranjera, cuyos primeros inmigrantes llegaron entre 1883 y 1890 y cuyo número alcanzó aproximadamente a unas 10.000 personas entre suizos, españoles, franceses, ingleses y alemanes.

La construcción de caminos y extendido de la línea férrea permitieron un crecimiento rápido de la región, que se orientó especialmente a la actividad agrícola-cerealera convirtiéndose en poco tiempo en el granero de Chile

OCUPACIÓN DE LA ARAUCANÍA

Luego de la Independencia de Chile (1818), la zona sur se encontraba en una situación muy distinta a la del territorio de la zona central. Los bandoleros y montoneros, grupos de soldados prófugos, asolaban las haciendas mostrando la debilidad de las autoridades de la zona. Sumado a esto, los dirigentes de la ciudad de Concepción se rebelaron en contra de las autoridades centrales en 1851 y 1859. Los distintos grupos mapuche se vieron forzados a tomar posición frente a estos cambios para mantener sus intereses, tal como lo hicieron durante la Colonia. Otro fenómeno presente fue la colonización de tierras agrícolas en la Araucanía. Este proceso se caracterizó por el gran número de estafas a mapuche y por conflictos de convivencia entre éstos y los colonos.

El Gobierno central consideró como prioridad la ocupación y asentamiento de la zona de la Araucanía, pasando a ser un tema de debate en el país. En 1861, Cornelio Saavedra propuso un plan de “pacificación” que consistió en construir una línea de fortificación por el río Malleco modificando la frontera que tradicionalmente llegaba hasta el Bio-Bio. Dicho proyecto no estuvo exento de conflictos; sin embargo, para la mayoría, el progreso del país -entendido como colonización y desarrollo industrial-, necesariamente pasaba por el sometimiento de las distintas tribus mapuche. La aparición del francés Orellie Antoine, dio nuevos argumentos para la ocupación.

Se inició entonces, entre 1867 y 1869, la segunda campaña de Saavedra donde las tropas chilenas se enfrentaron en una violenta guerra con las tribus arribanas bajo el mando del cacique Quilapán. Las prácticas de destrucción de siembras y de aldeas fueron una política declarada del comandante José Manuel Pinto. Tras los primeros acuerdos de paz, en 1870, Saavedra quiso continuar con la siguiente etapa de expansión buscando unir Toltén con Villarrica y así rodear los territorios mapuches. El fracaso en esta etapa del plan, obligó a las autoridades a reconsiderar la estrategia, por lo tanto se optó por consolidar la ocupación de los territorios hasta el río Malleco. Esta decisión fue clave para las campañas posteriores del Ejército de la Frontera, pues permitió una mejor preparación logística gracias al uso del telégrafo y del ferrocarril. De esta manera, tras diez años de tregua, se iniciaron las últimas campañas de ocupación bajo el mando de Gregorio Urrutia y el Ministro Manuel Recabarren, buscando consolidar la línea del río Cautín. A pesar del alzamiento general de los mapuche en 1881, el ejército chileno finalizó su campaña simbolizada en la ocupación y reconstrucción de Villarrica en 1883.

El plan para ocupar la Araucanía fue en la acción un plan militar. La Marina Chilena envió en 1855 una expedición a explorar la Costa de la Araucanía y los ríos Queule y Toltén. Más tarde, en 1868, envía una segunda expedición a fundar fuertes y plazas en dichas localidades y amplía la exploración al río Imperial. Simultáneamente, el ejército avanza desde el norte, primero a la línea del río Malleco, luego al río Traiguén, después al Cautín y finalmente al río Toltén.

Las tierras que quedaban al norte de los avances del ejército eran rematadas y entregadas a colonos extranjeros y colonos chilenos. A la vez se iban fundando nuevos fuertes y poblados que se convirtieron en ciudades. Se explotaron los bosques y también se destruyeron a fuego. Luego se sembraron los cereales, especialmente el trigo. Crecieron las ciudades y se desarrollo el comercio, se hicieron los caminos y los puentes, se construyó el ferrocarril, se fundaron las cárceles y hospitales, las escuelas y los liceos... Todo lo que hoy está y eso nos incluye.

Para desarrollar la colonización hubo de emplearse nuevas formas de ocupación del territorio, estas fueron diferentes a las de los Mapuche.

GUERRA A MUERTE


Mientras el ejército libertador desembarcaba en Pisco, la guerra del sur, que todos creían agonizante, ganaba de súbito un aspecto trágico.

Aprovechando el candor de Freire, Benavides había logrado organizar un ejército de 800 infantes y novecientos jinetes, gracias a las armas y otros elementos que había traído Pico del Perú.

Freire había perdido en una semana la mitad de su ejército y toda la provincia de Concepción. No era, por cierto, hombre para organizar operaciones estratégicas aplicadas, pero tenía ánimo en las dificultades, buen ejército y resolución ejecutiva. Estas características lo iban a salvar. Decidió oportunamente encerrarse en Talcahuano y esperar socorro por mar o por tierra.

El 02 de Octubre ocupaba los realistas Concepción. Logró Benavides aumentar sus fuerzas a 1.751 hombres de tropas regulares y 2.400 milicianos disciplinados. Los guerrilleros de Pincheira y Hermosilla se adueñaron, a su vez, de Chillán y San Carlos, donde cometieron increíbles atrocidades.

A pesar de estos contrastes, Freire llegó a la conclusión de que estaba cercado por fuerzas militarmente ineficaces, y, sin esperar los refuerzos pedidos a Santiago, realizó una salida con pleno éxito, derrotando a Benavides en las Vegas de Talcahuano. El 27 de noviembre avanzó sobre la ciudad penquista. Benavides le presentó batalla en el lugar que después se denominaría la Alameda Concepción. La actitud de los cazadores de Coquimbo, que se pasaron a sus filas al grito de “¡Viva la Patria!”, produjo la desbandada de las fuerzas realistas. La totalidad del ejército de Benavides logró sucumbió bajo los sables de la caballería de Freire, que, en venganza de los aleves asesinatos de Alcázar y sus oficiales, ordenó no hacer prisioneros. Benavides logró salvarse una vez más gracias a la velocidad y resistencia de su caballo.

Con todo; las rotundas victorias patriotas no afirmaban la pacificación del sur. Lo que iba a cambiar la faz de la campaña era la persona elegida para su comando: el coronel Joaquín Prieto. Sus estupendas cualidades habían pasado hasta el momento inadvertidas. Para los padres de la Patria, el arquetipo del general era un hombre torpe y bravo, que embistiera al enemigo como toro, con los ojos cerrados; de aquí el enorme prestigio de Freire y de Bueras. Además, se exigía que el militar fuera “amatonado”, grosero, borracho, mujeriego y jugador. Prieto no contaba en su haber ninguna de estas “virtudes”; por el contrario, era sobrio, astuto, perspicaz y dotado de una singular penetración psicológica. Sin duda el único hombre que, en ese momento, podía dominar en el sur.

El 12 de diciembre la división Prieto entraba en Chillán, iniciando una política de apaciguamiento con positivos e inmediatos resultados. Masas gimientes de mujeres y niños que huían despavoridos y los resplandores de los ranchos que ardían al paso de la horda indicaban la proximidad del bandido al río Chillán. Prieto presentó combate, mas su victoria le costó cara, por la inesperada resistencia de Pico. Como Freire se mantuviera inactivo en Concepción, le envió toda su caballería para que operara en la Araucanía, publicó una amnistía para todos los realistas que quisieran volver a sus hogares, se captó a los más influyentes y supo ganarse a muchos guerrilleros. Su energía templada hizo más patriotas en seis meses que la campaña de ocho años de sus predecesores.

Pero Benavides había quedado en posesión de Arauco. Desesperanzado de obtener nuevos auxilios del Perú, optó por conseguirlos por medio de la piratería. La presa más valiosa de sus audaces piraterías fue el bergantín “Ocean”, que llevaba al Callao para el ejército del virrey 15.000 fusiles, sables, carabinas y municiones. De nuevo el siniestro bandolero contaba con toda clase de recursos, armas para organizar un ejército de más de 4.000 hombres.

En los primeros días de septiembre se concentraban en el Biobío todas las fuerzas de Pico y Benavides. Llevaban excelente armamento para fortalecer las guerrillas. Los soldados, como antes, no ganaban sueldo. Debían suplirlo esquilmando en el camino a los últimos y míseros sobrevivientes de las depredaciones pasadas.

Por fortuna, Prieto iba a desplegar, ante la temible amenaza, dotes desconocidas antes y después entre gobernantes y generales chilenos. Aprovechando los menores descuidos tácticos de Benavides, a pesar de la inferioridad numérica de sus fuerzas, lo sorprendió en las vegas de Saldía, cuando el bandido iniciaba el paso del río Chillán. Enclavando el grueso de sus fuerzas, atacó al trote por distintos lados, con lo que lograba impedir a los realistas que formaran línea. Pronto sonó el sálvense quien pueda. Cuando Prieto llegó con la infantería, ya Bulnes había destrozado al enemigo sin contar una sola baja en sus filas. La más hábil y afortunada persecución que recuerda la historia de Chile, prolongada hasta las mismas márgenes del Bio-Bio, había liquidado de nuevo al ejército de Benavides. Como en ocasiones anteriores, el bandido se salvaba a uña de caballo. Pero ahora no le iba a ser tan fácil reorganizarse.

El ladino Benavides, solo y derrotado, pretendió engañar a Prieto y a O`Higgins, como lo había logrado con San Martín y Freire, protestando patriotismo y ofreciéndose para dirigir la pacificación de Arauco. Pronto se convenció de la inutilidad de sus esfuerzos, y decidió embarcarse al Perú. Al reaclarar en Topocalma la lancha que lo conducía, fue denunciado y apresado. El 13 de febrero entraba en la capital conducido en un asno y vestido como payaso. Diez días después se le arrestaba desde la cárcel a la plaza en un serón. El cadáver quedó en la horca hasta el anochecer. Fue descuartizado y enviados sus restos, por separado, al escenario de sus atrocidades. Un año después, todavía su cabeza, encerrada en una jaula, permanecía colgada de un poste en los suburbios de Concepción.

Prieto había dado término en buena hora a la guerra con los realistas. Logró concluir en un mas la tarea que su predecesor no había logrado realizar en dos años con los mismos elementos. Pero en substitución de la guerra organizada surgió otro arduo problema en Arauco. Los antiguos caudillos, por obstinación, por temor a las sanciones o, lo que es mas probable, por el hábito tristemente adquirido, se distribuyeron entre los caciques amigos, con una docena de soldados, los más sin armas. Las depredaciones en la isla del Laja y demás comarcas fronterizas continuaron igual o peor que antes. Prieto intentó resolver el problema con las armas. Mas los indios al día siguiente de vencidos, reaparecían en número mayor cada vez. Tanto Prieto como Bulnes tuvieron que retroceder sin lograr sus propósitos. El primero si había convencido de que el problema era una nueva faceta de la lucha secular entre españoles y mapuches y que sólo podían solucionarlo el avance de la civilización, el mestizaje y el correlativo desplazamiento del indio en más de medio siglo de tenaz esfuerzo.

Prieto regresaba victorioso a Santiago en Marzo de 1822. Se le ascendió a general, pero ya ardía la lucha entre el director supremo y la mayoría de la opinión. Su personalidad, envuelta en el odio a O`Higgins, iba a eclipsarse por ocho años, para renacer presidiendo entre 1831 y 1841 la creación política más fecunda que ha conocido la América española.

GUERRA DE ARAUCO


La guerra de Arauco podemos definirla como las acciones bélicas que emprendieron las tribus que habitaban al sur del río Bio-Bio. Su origen estuvo radicado en el espíritu guerrero de los araucanos y en su afán de vivir en libertad, no aceptando el dominio que quisieron imponer los españoles, ni la pérdida de sus posesiones, ni los tributos que se les obligaba a pagar. Se inicio, prácticamente, cuando Pedro de Valdivia avanzó al sur del río Bio-Bio fundando los fuertes que instaló y dejando guarniciones militares en ellos. Las primeras manifestaciones las constituyeron los asaltos a los fuertes españoles por los mapuches para desalojarlos de sus territorios.

La Guerra de Arauco fue un prolongado conflicto que enfrentó a los hispano criollos del reino de Chile contra el pueblo mapuche o araucano, y algunos aliados tales como los huilliches, picunches y cuncos en la zona comprendida entre el Río Biobío y el Seno de Reloncaví, situándose específicamente entre Concepción y la zona costera de la actual VIII Región del Biobío y IX Región de la Araucanía, que acaeció en un lapso de 300 años.

Los conquistadores se enfrentaron a los mapuches, quienes plantearon una dura oposición, a la que más tarde se asociarían los Huilliches, Picunches y Cuncos, colocando en los más duros aprietos la colonización.

Los mapuches no se amedrentaban, luchaban aun en la noche, altamente organizados, aprendían rápido como enfrentar a los españoles, y eran un pueblo cohesionado en su espíritu guerrero. Consideraron que el comportamiento del conquistador podía llegar a ser despiadado, ambicioso y cruel con sus enemigos, que podría mirar al indígena como un ser inferior.

La relación entre indígenas y conquistadores es en muchas ocasiones conflictivas. Una primera fase tiene lugar en los comienzos de la conquista. El gobernador Alonso de Ribera, quien, con su experiencia militar hizo frente al pueblo mapuche con la llamada “guerra ofensiva”, ya que los mapuches no sólo se resisten a que sus tierras sean ocupadas, sino que también atacan a los españoles con la esperanza de expulsarlos del territorio.

Para mantener este ejército se creó el “real situado”. Este consistía en una donación anual, por parte del rey, en oro, plata, vestuario y armas. Este esfuerzo no obtuvo el resultado esperado. Por ello que, en 1605, se desestimó la guerra ofensiva y se envió como gobernador a la Capitanía General de Chile a Don Alonso García Ramón. Este, rechazando la estrategia de su antecesor, decidió fundar el fuerte de Boroa. La población indígena atacó sorpresivamente, finalmente el fuerte debió ser abandonado.

El rey de España en 1608, declaró esclavos a todos los araucanos mayores de 10 años. Esta medida aumentó la resistencia por parte de la población indígena. El jesuita Luís de Valdivia salió en defensa de la población mapuche pidiendo que se respetaran sus tierras, impedir trabajos forzados y no obligarlos a bautizarse en la Fe católica. Sostenía que si se les dejaba libres y que voluntariamente se convirtieran al catolicismo se podría llegar a una paz duradera. Esta estrategia es conocida como la “guerra defensiva”.

En 1612 se fijaron los términos de la guerra defensiva, pero ésta no tuvo el éxito esperado, pues por ambos bandos se mantuvieron las hostilidades que cesaban sólo durante la tregua invernal. La belicosidad araucana y la hostilidad española impidieron un entendimiento. Concluyéndose en que los araucanos eran indomables y que la corona era incapaz de obtener una victoria definitiva.

Otra estrategia de entendimiento fueron los “parlamentos”. Estas eran reuniones amistosas en que se intercambiaban regalos, se hacía gran despliegue de fuerza para impactar mutuamente al adversario, donde se realizaban largas conversaciones y solemnes despedidas.

Los últimos años del siglo XVI y comienzos XVII están marcados por las relaciones entre conquistadores e indígenas que llevan al desencadenamiento de la guerra de Arauco. Este enfrentamiento bélico cambia el carácter del trato que los aborígenes habían tenido hasta ese momento ya que en los otros territorios invadidos por los peninsulares, había sido menos dificultoso controlar la resistencia de sus ocupantes. Aquí en cambio, se crea un ejército profesional y permanente, al mismo tiempo que se autoriza, desde la monarquía, a esclavizar a los rebeldes, situación que causa criticas y divisiones al interior de los conquistadores. Pese a que el conflicto a ratos se vuelve cruento y sanguinario, y en otros momentos se acalla, al norte del río Biobío y al sur del río Toltén, la colonización continua su curso. Se reanuda la fundación de ciudades, se consolida el sistema de administración imperial necesario para la organización del nuevo reino, aunque los primeros años se caracterizan por una permanente sustitución de gobernadores.

Es indudable que el espíritu libertario de pueblo chileno nació en la guerra de Arauco.

jueves, 22 de noviembre de 2007

LA BATALLA DE CURALABA Y EL NACIMIENTO DE UNA FRONTERA




La madrugada del 24 de Diciembre de 1598 un batallón de conquistadores españoles al mando del Gobernador don Martín García Oñez de Loyola se aprestaba a levantar el campamento en Curalaba, lugar cercano a Lumaco para emprender la marcha en demanda de Angol, cuando fueron sorprendidos por los araucanos al mando del cacique Pelantaro ocasionándole la muerte a todos los hispanos, incluido el Gobernador, que era el segundo en morir en el nuevo mundo a manos de los naturales.


La Batalla de Curalaba, conocida también como Desastre o Victoria de Curalaba, según las fuentes sean cercanas a
españoles y mapuches; fue una importante derrota militar de las fuerzas españolas frente a los mapuches ocurrida en 1598. Es considerada una de las principales acciones bélicas de la Guerra de Arauco. Esta derrota y la muerte del gobernador desencadenaron el abandono masivo de varias ciudades y fuertes españoles del sur de Chile. Esta batalla abrió la Rebelión Mapuche de 1598, terminó con la estrategia española de conquistar totalmente el territorio mapuche, abriendo paso a los períodos de Guerra Defensiva y, posteriormente, a la implementación de una política diplomática basada en los llamados parlamentos mapuches. La importancia de la batalla reside más en su efecto desmoralizador sobre los españoles, que en su magnitud material o el número de hombres involucrados.


Se destruyen siete ciudades fundadas por los españoles en casi sesenta años de intentar el sometimiento mapuche. Se expulsa a los españoles hacia el norte del Biobío. Por lo tanto ya no pudieron seguir explotando los lavaderos de oro de esta zona, empobreciéndose así la colonia. El virrey del Perú como el mismo rey de España tenían que reconocer como fracasado el intento de someter al Pueblo Mapuche. La corona debe redefinir su estrategia de guerra. Por primera vez en toda la conquista de América se hizo necesario para la corona la implementación de un ejercito profesional permanente.


Con motivo del desastre de Curalaba en 1598 y la destrucción de la totalidad de las ciudades y fuertes al sur del Biobío, se abandonaron estos territorios y se fijará como límite a la ocupación española el río Biobío. El territorio al sur de este río pasó a ser La Frontera.


La Frontera es la franja que se ubica entre los torrenciales ríos
Biobío y Toltén, entre la octava y novena región de Chile. Era conocida así por ser la ultima línea de defensa de La Capitanía General de Chile, ante las tierras del pueblo Mapuche.

LA RESISTENCIA


Verdaderos parlamentos en las reuniones de los diversos caciques, jefes de unidades familiares que se quejan del trato recibido y se alientan a actuar.


Estas molestias provocaron tanto a los indios; parece que no hubiera yunque tan recio que con tales golpes no quebrara. Andaban como atónitos en verse en tan poco tiempo hechos esclavos de señores. Así, de reunión en reunión, cada uno tenía algo de qué lamentarse. Pronto el lamento se transformó en una queja común y comenzaron a unirse los diversos grupos y a ofrecer cooperación para actuar. Para el español, que confiaba en su fuerza y en sus armas y así en su superioridad, el movimiento rebelde fue una sorpresa.


Toda la acción de resistencia y revuelta se preparó en gran sigilo, sólo con la participación de los distintos jefes de grupos o caciques, que comenzaron por elegir a un gran toqui que los uniera y condujera en la guerra al triunfo.


Así fue elegido Caupolicán y cada grupo prometió el número de mocetones que aportaría a la causa común. Ya acordada la acción, los grupos de la región de Tucapel decidieron empezar asaltando el fuerte defendido por un antiguo soldado, Martín de Ariza. Este, con su sentido militar, se dio cuenta que algo pasaba en lo íntimo y secreto de los mapuches y para evitar sorpresas mandó apresar a los principales caciques de la comarca. Viendo a sus caciques presos se dieron más prisa en llevar a efecto lo planeado.


Llegaron un día al fuerte, con sus cargas de pasto para guardar. Era el mes de diciembre. Traían ocultos en el pasto sus armas, picas, arcos y flechas y, dejado el pasto, sacaron sus armas y atacaron. Con prontitud los españoles se pusieron en condición defensiva y ofensiva, con sus escudos y espadas y rápidamente sacaron del fuerte a los indios; pero ya venían los que estaban comprometidos y se acercaban al fuerte. Martín de Ariza salió contra ellos con otros tres soldados, a caballo, desbaratando los grupos que atacaban.


Volvieron al fuerte y esa misma noche lo abandonaron yéndose al de Purén y así se unieron para una posible defensa. La sublevación había comenzado. Al día siguiente los mapuches asaltan el fuerte que esta abandonado, entran en él, saquean lo que encuentran, destruyan e incendian; el fuerte Tucapel ya no existe.


Cuando Valdivia conoció la información del encuentro en Purén, noticia que recibió estando en Quilacoya, envió un mensaje pidiendo que la gente de Purén se le uniera en Tucapel, el 25 de diciembre. La situación señalada no existía, fue una invención en fin de evitar la presencia de Gómez de Almagro.
En estas astucias está manifestándose el espíritu y la capacidad del araucano para realizar la defensa de su tierra. Ha empezado a actuar acompañando a Caupolicán, un joven araucano que había sido por algún tiempo caballerizo de Valdivia con el nombre de Alonso. Es el que conocemos como Lautaro en la historia militar mapuche, el más alto símbolo de capacidad e inteligencia para utilizar los recursos que debía, en la guerra, darle el triunfo al mapuche. La capacidad de este joven guerrero está en haber comprendido la debilidad del español, cual era su vulnerabilidad, la que ubicó en su cansancio y en sus hábitos y costumbres. Logró Lautaro, en poco tiempo, un profundo conocimiento de su enemigo, de sus ventajas y de sus debilidades. No hay antecedentes en los cronistas para saber cómo, a pesar de su corta edad, se impuso a los jefes caciques mapuches.


Se supone que reunió a los jefes y les expuso su plan caracterizado por la sencillez y fácil comprensión: detener en Purén a Gómez de Almagro, cerrar la posible retirada de Valdivia, presentarle batalla en una loma donde el español deba subir y el indio bajar. Así el español no sabría cuántos eran sus enemigos, ni donde estaban. Atacar en grupos que renuevan, mientras el español sigue en la lucha; no dar tregua ni al español ni al caballo; dejar a un lado el arco y la flecha y usar la maza y el lazo. Esta era la única manera de sacar provecho de la ventaja que al mapuche la daban sobre el español, su número y su decisión y falta de temor por la pérdida de la vida en la lucha.


Por esto el mapuche en adelante nunca dará encuentros con el español como en Concepción (Penco) o en Andalién 5.000, 10.000, 15 mil o 20 mil indios peleando todos de una vez. Su guerra será atacando por grupos que se renuevan, buscando ellos el lugar del combate y sin aceptar la batalla campal, abierta, que desearía el español; atacan a pequeños grupos; eliminan con gran sangre fría a uno, dos, cinco soldados. Hay que dañar, producir el pánico, castigar al indio amigo del español; colocar alguno al servicio del español, los que servirán de espías aunque muchos de ellos harán sufrir la desgracia de la traición.

EL MESTIZAJE


El desarrollo del mestizaje fue rápido. El soldado español se ayuntaba con cuanta india picunche, huilliche o mapuche encontraba a mano. La sangre española se fue incorporando en el mapuche por tres conductos: las cautivas blancas españolas y mestizas, que el guerrero mapuche recogía como botín; los hijos mestizos nacidos en el territorio de Arauco de la joven mapuche, por contacto con soldados españoles expedicionarios; y, por los soldados españoles y los numerosos mestizos que se incorporaron al sector mapuches constituyendo en él sus familias.


Desde los primeros años de la Conquista cada soldado español tomaba para sí, el número de mujeres que le agradaban. La indígena cuidaba de los hijos, sin intervención del padre, el cual, sólo ayudaba excepcionalmente. En una época la mujer aborigen, apasionada por el hombre español, llegó incluso a repudiar al hombre nativo.


Estimando subjetivamente el número de mestizos en el total de españoles llegados, la fecundidad de la mujer aborigen y la alta mortalidad de la época, puede llegarse a una cifra aproximada de quince mil hacia el año 1598.


La educación social del mestizo tomo tres direcciones definidos: una parte tal vez de dos o traer mil hombres y otras tantas mujeres, constituyo las primeras familias de los conquistadores; otro núcleo, el de los engendrados en los azares de la guerra, siguió el camino de las madres y revertió en el aborigen; el resto quedaba en las estancias o en las ciudades, como artesanos, domésticos o empleados, constituyendo el basamento del pueblo chileno.

LA ARAUCANÍA ANTES DE LA LLEGADA ESPAÑOLA

Antes de la llegada de Diego de Almagro a Chile nuestro territorio estaba habitado por numerosos grupos de indígenas, cada uno de los cuales tenía sus características especiales que los hacían fácilmente diferenciables y además residían en regiones distintas, y entre el río Itata y el Toltén habitaban los mapuches. Se calcula que la población originaria de Chile en ese entonces era casi de un millón de habitantes y donde se encontraba el mayor grupo era precisamente en la región de la Araucanía: entre el río itata y el río Toltén con 450.000 habitantes aproximadamente. ¿Por qué?


Porque habitamos en una de las zonas geográficas donde la naturaleza es a la vez tremendamente castigadora de los humanos con sus volcanes y erupciones que arrasan, con glaciales y ríos que desbordan y con terremotos y maremotos que cambian el relieve, pero es a la vez tremendamente generosa abundante en bosques, con variados animales, frutos, semillas, aves, ríos y océano con peces, mariscos y algas. Sin dudas las mapuches, pehuenches y huilliches aprendieron a convivir con la naturaleza protegiéndose en sus creencias frente a las calamidades y tomando lo que ellas les daba para su subsistencia y reproducción.